Cuando organizamos un viaje con nuestros estudiantes, nos gusta que quede algo, una huella, el recuerdo de lo que vivieron.Entre otras cosas, para poder contarlo luego. Al mismo tiempo es un compañero de viaje, diferente, un amigo íntimo, que favorece la introspección. Aquí van dos: uno que nos llevó hasta Andalucía y el otro hasta la mitad del mundo, a Ecuador.
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