El libro me lo regaló una amiga muy querida. Llegó al buzón
acompañado de buenos presagios: había oído y leído muchas cosas buenas sobre
él. A pesar de eso le condené a un periodo de cuarentena en los estantes de la
biblioteca, sin duda (aunque me cuesta confesarlo) porque me recuerda esa asignatura
que tengo pendiente: escribir poesía.
Cuando lo abrí por primera vez ya no lo pude dejar de lado. Pasó
de la estantería a la funda del ordenador, del coche al tren y al avión, del
trabajo a las vacaciones.
Al calor de la convicción de que “el amor le debe su existencia a
la gramática” nacieron estas ideas para que poesía y gramática se den la mano
en nuestras clases.
GRACIAS a Juan Vicente Piqueras por este libro que es una joya
para los hijos de Babel que somos los profesores de ELE.
Hay una raza de pontífices,
de maestros que tienden puentes entre países
y abren ventanas, puertas, voces, vuelos
a paisajes lejanos enseñando pronombres,
verbos irregulares y adverbios de lugar.
(…)
Misioneros sin mas dios que un deseo:
el que gentes remotas consigan conocerse y
conversar.
Y para conseguirlo
pueden llegar incluso a pasar hambre.
Yo los he visto a veces devorar diccionarios.
(Hijos
de Babel, Yo que tú)
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