2 de agosto del 2012.
Punto final.
La ultima coma se quedó colgada a la
espera de la respiración que ya no podrá
ser.
Se acabaron los paréntesis (últimamente
malvivía soñando en uno) , los puntos suspensivos y los aparte.
El libro definitivamente terminado: no habrá más capítulos.
Curiosa paradoja: la muerte lo dice todo,
no admite palabras y a la vez nos empuja a buscarlas. Borra tiempos verbales –
aborrece del presente conjugado – y nos impone un ejército invencible de pasados: fue, nació, hizo, amó, vivió.
En el libro que caligrafiamos cada día la
puntuación y la entonación reflejan el manantial de la vida: dan el ritmo, la
música, las respiraciones, los silencios, los acentos de intensidad. A su compás fluye
nuestro ser y su agua acarrea palabras, frases, textos e hipertextos que
constituyen el sentido, el mensaje y el valor de nuestra historia personal.
Cuando se va la vida, el agua se metamorfosea en tinta y la muerte en imprenta:
el libro recién salido se ofrece entero a los lectores por primera vez.
Veo en el libro de mi madre muchísimos
signos de exclamación. Puede que porque mi madre fuera ella misma un signo de
exclamación muy logrado, con genio y figura, airosa, elegante, , orgullosa de
los suyos. Leo también muchos entrecomillados que me hacen sonreír: “es ley de
vida”, “si Dios quiere”, “cuida, no te caigas” (curiosamente fue ella la que se
cayó), “abrígate no te vayas a enfriar”, “qué cabezudico/a eres”…
Y aunque nuestra relación no fue nunca un
lago tranquilo, sé muy bien que mucho de lo que soy se lo debo a ella: me
enseñó a luchar, a plantarle cara a la adversidad, a rebelarme contra la
injusticia, a ser yo misma, a entender que las emociones se convierten en
piedras si no se expresan. Y me dio, sobre todo, su amor. Mi madre nos quiso a
los tres con furia tozuda aragonesa, con todo el brío de su carácter-torrente:
sus hijos lo éramos todo para ella.
Sé por experiencia que el amor que
recibimos - como la pócima mágica de Asterix el galo - nos vuelve invencibles: solo
encajamos derrotas temporales.
Te queremos. Descansa en paz, mama.
el montaje y la foto es de mi amiga Maria Juana
1 comentario:
Qué bonito, tan lleno de sentimiento, Madre solo hay una. Y es precioso que tengas esos sentimientos tan fuertes ligados a ella, se ve que fue una persona muy especial, que viva siempre en ti llena de bonitos recuerdos.
Un saludo
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