miércoles, 8 de agosto de 2012

Punto final




2 de agosto del 2012.
Punto final.
La ultima coma se quedó colgada a la espera de la respiración  que ya no podrá ser. 
Se acabaron los paréntesis (últimamente malvivía soñando en uno) , los puntos suspensivos y los aparte.
El libro definitivamente  terminado: no habrá más capítulos.
Curiosa paradoja: la muerte lo dice todo, no admite palabras y a la vez nos empuja a buscarlas. Borra tiempos verbales – aborrece del presente conjugado – y nos impone un ejército invencible de  pasados: fue, nació, hizo, amó, vivió.
En el libro que caligrafiamos cada día la puntuación y la entonación reflejan el manantial de la vida: dan el ritmo, la música, las respiraciones, los silencios,  los acentos de intensidad. A su compás fluye nuestro ser y su agua acarrea palabras, frases, textos e hipertextos que constituyen el sentido, el mensaje y el valor de nuestra historia personal. Cuando se va la vida, el agua se metamorfosea en tinta y la muerte en imprenta: el libro recién salido se ofrece entero a los lectores por primera vez.
Veo en el libro de mi madre muchísimos signos de exclamación. Puede que porque mi madre fuera ella misma un signo de exclamación muy logrado, con genio y figura, airosa, elegante, , orgullosa de los suyos. Leo también muchos entrecomillados que me hacen sonreír: “es ley de vida”, “si Dios quiere”, “cuida, no te caigas” (curiosamente fue ella la que se cayó), “abrígate no te vayas a enfriar”, “qué cabezudico/a eres”…
Y aunque nuestra relación no fue nunca un lago tranquilo, sé muy bien que mucho de lo que soy se lo debo a ella: me enseñó a luchar, a plantarle cara a la adversidad, a rebelarme contra la injusticia, a ser yo misma, a entender que las emociones se convierten en piedras si no se expresan. Y me dio, sobre todo, su amor. Mi madre nos quiso a los tres con furia tozuda aragonesa, con todo el brío de su carácter-torrente: sus hijos lo éramos todo para ella.
Sé por experiencia que el amor que recibimos - como la pócima mágica de Asterix el galo - nos vuelve invencibles: solo encajamos derrotas temporales.

Te queremos. Descansa en paz, mama.

También en este blog: Retales de vida



el montaje y la foto es de mi amiga Maria Juana

1 comentario:

Campanilla dijo...

Qué bonito, tan lleno de sentimiento, Madre solo hay una. Y es precioso que tengas esos sentimientos tan fuertes ligados a ella, se ve que fue una persona muy especial, que viva siempre en ti llena de bonitos recuerdos.
Un saludo