martes, 3 de noviembre de 2009

Historias cotidianas

Dedicada, con muchísimo cariño, a mis hijos




EL AROMA MISTERIOSO DE CAFÉ

Una historia vivida en un rincón del mundo llamado Beaumont
Un jueves de vendaval

Aquella mañana no era como las demás. En medio del torbellino cotidiano del trajín de las horas, entre clases, reuniones y conversaciones telefónicas, un olor delicioso a café alentaba mi reflexión y agudizaba mi intelecto.
Era un olor diferente, no a café recién hecho: era el olor sugerente de la promesa del café.
¿Qué será? ¿De donde vendrá?
Buscaba inútilmente cajas de café por algún sitio, diciéndome que a lo mejor un vendedor de café habría venido a la escuela para dejar un pedido…
Nada.
El aroma estaba en todas partes: en mi clase, en la sala de profesores, en el aula de informática, en el despacho del Director…
Incluso cuando no pensaba en él, el aroma a café llegaba por una esquina de repente y besaba mi nariz con su aliento llenando mis sentidos de una magia hasta entonces desconocida.
¿Será un nuevo perfume?
¿Serán las ganas de tomarme un buen café?
En medio del cotidiano conocido, aquel día todo me parecía nuevo, recién estrenado, con una percepción distinta… Un redescubrimiento maravillado del mundo.
Notaba también el efecto que el aroma misterioso causaba en los demás. Como buscaban, miraban alrededor, respiraban intensamente ese aire nuevo.

Al llegar a casa por la noche y sacar las llaves del bolso, descubrí el paquete de café con capsulas Senseo que había metido por la mañana …

Misterio resuelto y a la vez puerta abierta hacia otras dimensiones de la conciencia.

Ahora sé que puedo “aromatizar” mis días con lo que llevo dentro …

A condición de estar tan implicada en el presente que vivo como para olvidar las “provisiones “que he hecho antes de salir de casa para pasar el día…

Bonito, ¿no?

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